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Diario YA


 

EL PAPA FRANCISCO Y LA COVID-19

La Pandemia que no cesa y afecta a todo el mundo ha supuesto un  reto social nunca visto desde la segunda Guerra Mundial por sus daños en todas  las facetas de la vida  humana  no sólo en la política y la ciencia, sino también en todo la relacionado con el sentido de la vida del mal, el dolor, enfermedad, la muerte y el más allá, cuestiones para las que solo la ciencia no tiene respuesta  completa. Son muchos los profesionales   y personalidades  que  intentan dar una solución global a esta cruda realidad. Una  de estas personalidades  más se comprometida es el Papa Francisco, no solo como máxima autoridad eclesiástica, sino  por su innegable e in- discutible liderazgo mundial.  El papa  Francisco es en la actualidad una de las personalidades más escuchadas aunque tenga detractores  poderosos, dentro y fuera, que intentan socavar y minar su autoridad y ocultar y manipular sus mensajes. Ejerce un liderazgo auténtico basado en la humildad y en dialogo con todos, como se puede verificar en sus numerosos viajes por todos los países, especialmente  por los que llama  periferias existenciales, como hacía antes del ser elegido Papa en su Buenos Aires  natal, en donde todas las semanas visitaba  a los  sacerdotes y fieles de los barrios marginales  conocidos popularmente como “villas miseria.” Durante los meses  de confinamiento y ahora ve  la iglesia como la  definió, hospital de Campaña: “veo con claridad que lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es su capacidad de curar heridas y dar calor  a los corazones de los fieles, cercanía y proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una hecatombe. Hay que comenzar por lo más elemental. Ya hablaremos largo del resto.

     Siempre preocupado por todos, animando a todos  no solo con las homilías  de cada día  en las Eucaristías celebradas en la capilla de Santa Marta, sino  en cualquier  momento oportuno o inoportunos. La imágenes del pasado Viernes Santos, solo abrazado al crucifijo dieron la vuelta al mundo en la plaza de San Pedro dieron la vuelta al mundo. Los  destinatarios de sus mensajes era todos especialmente  los profesionales que ejercían los servicios esenciales en favor de la comunidad: médicos, enfermeras, limpiadoras, celadores, señoras de la limpieza, cajeros, transportistas, responsables públicos, científicos. Las mujeres los niños, las ancianos, presos, descartados socialmente, personas  sin hogar, por todos se preocupaba y a todos  hacía llegar  motivos por la esperanza. Una mención y un esfuerzo especial exigió a los sacerdotes muchos se han contagiado o han muerto atendiendo  a los más necesitados especialmente. A los científicos y políticos les ha recordado  su importante función en la época de la Covid-19, para que todos sus esfuerzos estén dirigidos al bien común general  y no a los privilegiados e influyentes, criticando como un grave escándalo a los que quieren enriquecerse a costa de la vida y la salud de los más vulnerables, como es la investigación sobre las vacunas. Pero el Papa francisco no es un ideólogo, ni un moralista laico ni predicador apocalíptico. Es un profeta que habla en nombre de Dios, por eso afirma: Nos damos cuenta  del valor que tiene el dar testimonio en nuestras sociedades de la apertura a la transcendencia. Ínsita en el corazón humano. En esto, sentimos cercanos también a todos los esos  hombres y mujeres, que, aún sin conocerse en ninguna tradición religiosa, se sienten, sin embargo, en búsqueda de la verdad, la bondad y  la belleza, esta verdad, bondad y belleza de Dios.

Fidel García Martínez Doctor Filología Románica, Licenciado Ciencias Eclesiásticas Catedrático Lengua Literatura.