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La ceja y la oreja

Abel  Hernández. 4 de junioSe han trivializado tanto las campañas electorales que casi quedan reducidas a  eslóganes más o menos ocurrentes. En estas europeas se han superado todas las marcas de vacuidad. Mítines altisonantes con frases más o menos ingeniosas, zurrándose unos a otros la badana, y pare usted de contar. Del futuro de Europa no sabemos nada, y eso que España está a punto de presidir la Unión -la desunida y descoyuntada Unión- dentro de unos meses. Habría estado bien dejar por una vez de hacer demagogia para conseguir el voto de los tontos y de los incautos y haber abierto un debate serio precisamente sobre el futuro de esta Europa de nuestros pecados, cuyo peso en el mundo se desvanece, entre crisis, despilfarro y pérdida de valores morales.

La campaña de las europeas del domingo no ha salido del corralito. Se ha desarrollado desde el primer día en clave nacional. Zapatero tiene miedo a que el resultado del domingo señale el principio del fin de su mandato, y Rajoy sueña con que se cumplan los pronósticos y le ponga en disposición de acabar de una vez con el dirigente socialista de la ceja, que tanto entusiasmó en su día a los de la farándula y que ahora parace que les deja fríos, a la vista de la exigua presencia en el escenario progre del Círculo de Bellas Artes. Son malos tiempos para la lírica. La ceja de Zapatero es un acento circunflejo, que al principio cae gracioso, pero que con el tiempo y los tiempos que corren levanta inquietud o, cuando menos, hastío.

En esto el PP juega esta vez con ventaja. Ha sacado en procesión a Oreja (Mayor además). Los del PSOE han recibido la consigna de anular a Mayor Oreja, califiándole de antiguo, de triste, de católico (ahora te dicen católico como un escupitajo) y hasta de vago. Les ha faltado resucitar la ley franquista de vagos y maleantes. De hecho la están aplicando inquisitorialmente a los “corruptos” del PP. ¡Qué quieren que les diga!. Personalmente, entre la ceja y la oreja yo me quedo con la oreja. La oreja es símbolo de escucha y de atención. Es el mejor símbolo en este momento. Los políticos deberían acostumbrarse a dejarse de levantar la ceja, graciosa o amenazantemente, y a escuchar con atención la voz del pueblo. Así que, puestos a seguir con los eslóganes, yo sugiero a Rajoy para el final de campaña, éste tan simple: “Menos ceja y más oreja”.    

 

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