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Diario YA


 

¡Vaya pieza que hemos perdido!

Ángel del Río. 24 de febrero.

    Se marchó, de forma voluntaria o a la fuerza, Fernández Bermejo, y con él se nos va una joya de la literatura de baja intensidad y un deslenguado de primer orden para alimentar titulares de prensa. Se nos marcha un ejemplar único, utilizando el símil de cazador, una especie de político en vías de extinción, de esos a los que los periodistas echaremos de menos a la hora de tener una crítica mordaz asegurada. Pero siempre nos quedará Maleni, la inefable Magdalena Alvarez, ministra de la cosa de Fomento, señora de las nieves, patrona de los túneles. A esa no, señor presidente del gobierno, a esa no nos la quite, sería una sobredosis: primero Bermejo; después, Maleni, no hay que quien aguante golpe tan duro, no puede dejarnos con tanto mono de verbo ácido, incontinencia verbal, majadería dialéctica, con tanta resaca. Déjenos a Maleni para que cubra en buena parte ese vacío que deja el ministro que se va.

      Con la dimisión o cese de Bermejo, el mundo periodístico pierde a uno de sus más valiosos colaboradores del titular seguro; los columnistas a una pieza apta para la crítica sin tener que calentarse el cerebelo; la oposición, a un verso suelto en la rima del gobierno Zapatero; el mundo de la caza, a un cazador de cincuenta años de escopeta, ahora escopeta nacional; Garzón, a un compañero de cacerías. Y digo que el mundo de la caza y Garzón pierden a uno de sus suyos, porque parece lógico que después de perder el carné de ministro, Bermejo ya no encontrará paso franco (el paso, que quede claro), a los cotos de rancio  abolengo, a las monterías político-banqueras-judiciales, y tenga que pagar por tirar al muflón y después por llevarse a casa la cabeza de la pieza. Con la cartera, un ministro deja, o al menos debe dejar, sus privilegios y sus influencias. Ya no puede enseñar la tarjeta de ministro cazador cuando vaya a Quintos de Mora; sólo la licencia del cazador Mariano Fernández Bermejo, y será menos probable que se equivoque de territorio, de coto, porque ahora ya no podrá entrar como ministro por su casa, sin enseñar otra acreditación que la del coche oficial. Ahora es cazador de a pie, de perro y escopeta al hombro, de copita de cazalla antes de que despunten las luces del alba en lontananza y de migas y bota de vino una vez verificada la cacería. Bermejo, me da, que ya no va a ir tanto de caza, pero lo peor es que los periodistas hemos perdido una pieza inigualable, aunque… siempre nos quedará Maleni.         

 

 

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